La medición de los resultados obtenidos por los trabajadores se convierte, en ocasiones, en un quebradero de cabeza para los empresarios. Ante la idea antigua de que la evaluación solamente sirve para establecer «castigos» debemos adoptar una nueva imagen que nos habla de que la evaluación del desempeño es una herramienta que nos sirva para medir los niveles de desempeño, a que se deben ciertos errores y, por supuesto, establecer soluciones al respecto.
Es decir, la evaluación del desempeño debe tener por objetivo encontrar aquellos cuestiones que suponen dificultades para la consecución de objetivos y tratar de establecer ciertas mejoras que nos permitan mejorar de manera más efectiva.
Dentro de la evaluación del desempeño existen diversas corrientes si bien es cierto que la más demandada es la que exige un enfoque mixto a la hora de realizar la evaluación. De esta manera, no solamente se tienen en cuenta los objetivos a conseguir (si se han logrado o no) sino que se valora también las actitudes, motivación, etc… del trabajador. Dado que son factores que influyen en el comportamiento y, finalmente, en la consecución de los propios resultados.
Existen diversas técnicas de evaluación del desempeño y, el usar una u otra, depende de las necesidades de la empresa y también de los recursos de los cuales disponga. Es decir, no es lo mismo contar con personal suficiente para llevar a cabo la evaluación del desempeño que no tener un departamento específicamente destinado a este objetivo. En el segundo caso tendremos que optar por evaluaciones que requieran menos tiempo y menos recursos.
Las técnicas a fondo se abordarán más adelante pero, por citar algunas, diremos que existe: la evaluación por escalas, la comparación por pares, la evaluación 360, la evaluación por objetivos, etc…
Sea cual sea la técnica utilizada lo importante es que consigamos el objetivo final que es mejorar el sistema.